Jade's POV
Lunes 16 de Agosto Del 2010
7:30 A.M.
La alarma del despertador sonó y lo primero que hice
fue estirar la mano para apagarla, y después de varios intentos fallidos,
encontré el botón que le dio fin al escándalo. Enterré mi cabeza entre las
almohadas, esperando que fuera un error y que fuera lunes, pero entonces
escuché a alguien abrir la puerta abruptamente.
–¡Jade,
despierta! –me gritó mi mamá.
–¡No!, ¡No
me hagas esto! –exclamé y me aferré a mis almohadas.
–Es tu
primer día de clases –me dijo emocionada–. ¡Es un día importante! –exclamó y se
acercó a mi–. ¿No quieres ir?
–Es sólo
otro año –murmuré y desenterré mi cabeza de entre las almohadas.
–¿Cuál es tu
problema? –me preguntó–. ¡Eres la chica!
–¡Es muy
temprano! –respondí molesta.
–Un vaso de
agua helada –me amenazó–. ¿Eso es lo que quieres? –me preguntó–. Si vengo y en
cinco minutos no estás en la ducha…
–¿Si? ¿Qué
harás? –pregunté retándola.
A mi mamá no
le agrada eso.
–Tendrás que
tomar el autobús escolar –me respondió con suficiencia.
Sé que ella
no dudará en revocarme mi privilegio de manejar el automóvil deportivo, que mi
papá me obsequió en verano, si no obedecía sus ordenes. Y además, odio ir en el
transporte escolar. Muchos alumnos que no aprecian la maravilla de mi
presencia.
Y la otra
opción era el vaso de agua helada, no es peor pero tampoco es mejor. Sé que no
es sólo una amenaza, el año pasado mi papá se lo cumplió a Charlotte, mi
hermana menor, y se enfermó al día siguiente por una semana, y no quiero eso,
no para el inicio de clases.
Al terminar de tomar mi ducha bajé para desayunar, no
tenía mucha hambre, pero desayunaría para no tener que esperar hasta el
almuerzo en el colegio.
Me dirigí a
la cocina, donde mi hermana estaba desayunando un plato de cereal y mi papá
estaba leyendo el periódico en la sección de clasificados mientras que con la
otra mano agarraba la taza de café y daba sorbos de vez en cuando. Mi mamá
estaba preparando un licuado de plátano. Otra familia normal que vivía en los
suburbios de Los Angeles, California, a veinte minutos de la agitada ciudad.
–Sobre tu
automóvil… –comenzó mi papá y me volteó a ver–. ¿Recuerdas las condiciones? –me
preguntó y cerró su periódico.
–Sí –le
contesté.
Pero no
mencioné las condiciones.
–Mira,
aunque yo quiero que tengas ese automóvil de por vida, las condiciones…
–No es un
gran asunto, si me castigan, lo tendré de vuelta en un par de días –le dije
aparentando indiferencia sobre el hecho de que si me llegaran a castigar realmente
me importaría.
–Para mi si
lo es, es independencia, querida –me dijo–. Y–
–Te quiero
–lo interrumpí y él sonrió.
Le devolví
una gran sonrisa.
–¿Hace
cuanto tiempo que no escuchaba eso? –preguntó–. ¡Nunca! –exclamó.
–Pero ahora
te lo digo –le dije y me acerqué a él–. Te quiero, te quiero mucho, mucho –y le
di un beso en la mejilla.
–Aun así
tendrás que llevar a tu hermana al colegio –me recordó.
–Si, no hay
problema –le dije, nuevamente fingiendo indiferencia.
Aunque
realmente no me agradaba la idea de tener que llevar a Charlotte a la escuela,
esa es una de las condiciones.
–Te espero
en el carro –le dije a Charlotte.
Y al final,
no desayuné. Subí a mi habitación, agarré mi bolsa y entonces bajé las
escaleras.
–¡Vamos,
Charlotte! –le grité para presionarla.
Y entré al
garaje y me subí al automóvil: un convertible. Perfecto para el clima de
California. Unos minutos después, Charlotte entró y al garaje y se subió al
coche. Abrí la puerta del garaje, automática y salimos, en camino al colegio.
–¿Tu
permiso? –me preguntó.
–En mi bolso
–le contesté.
–Escuché que
iban a entrar niños nuevos este año –mencionó Charlotte, cambiando de tema–.
Incluido el hermano menor de Regan –me recordó.
–No lo sé
–le contesté–. No he hablado con Regan desde hace mucho.
–¿Todavía te gusta? –me preguntó, con
intención de molestarme.
–Cállate, a ti te gusta Alexander –la
molesté.
Sé que es un
comportamiento infantil, pero ella me hace llegar a ese punto.
–¡No!
–exclamó fingiendo sorpresa–. Sólo digo que es lindo –se defendió.
–Claro –le
dije con sarcasmo.
Entré al estacionamiento de la escuela, buscando un
lugar, no estaba muy saturado, pero al parecer muchos chicos también les habían
dado un carro nuevo, pero el que más destacó, entre todos ellos, fue el de
Regan, o al menos supuse que era de él. Un carro que no todos se podrían
comprar al menos que sus padres fueran dueños de numerosas empresas alrededor
del mundo o hicieran algo realmente importante para ganar esa clase de dinero y
darse el lujo de gastarlo en un sólo automóvil, en este caso, el padre de
Regan.
–¿No es ese
el carro de como un millón de dólares? –preguntó Charlotte sorprendida y señaló
el carro disimuladamente.
–No cuesta
tanto, pero estás cerca –le contesté y observé a Regan bajar del automóvil.
–¿Cómo se
pueden dar el lujo de comprarle un carro así? –se preguntó–. ¡Tiene sólo
16! –exclamó.
–Bueno, tú
sabes quien es el papá de Regan y todo lo que hace o más bien, todo lo que
posee. Yo esperaba algo así viniendo de él, y no estoy muy sorprendida por ello
–le dije y estacioné el coche.
–Sólo hacen
que su ego aumente más –se quejó Charlotte.
–Vamos, o
llegaremos tarde –le dije y baje del carro.
Cuando ella
bajó, caminó junto a mi hacia la entrada de la escuela.
–¿Cómo me
veo? –le pregunté nerviosa.
–Horrible
–me contestó.
–Gracias –le
repliqué.
Cuando entré
al colegio lo primero que pude ver fue a Regan, imposible no verlo con todas
las chicas alrededor, y todos sus amigos. El chico popular de por aquí. Si yo
soy la chica (o la chica eso), él es el chico. A pesar de
eso, no hablamos demasiado y mi misión imposible, a pesar de que parezca que
puedo hacer todo bien, es hacer que se fije en mi como algo más que una amiga,
aunque viéndolo de esa manera, lo hace con todas las chicas, entonces yo iría
por algo más serio. Y como nos conocemos de hace varios años, no debería ser un
gran problema el recuperar contacto.
Cuando
íbamos en secundaria, hace uno o dos años, no lo recuerdo bien, era novio de
una de mis mejores amigas, aunque fue más bien cosas de niños pequeños,
teníamos no más de trece o catorce años y, como era de esperarse, no duró.
Después ella desapareció de la nada, para mi alivio, se cambió de ciudad por
motivos desconocidos y no he vuelto a escuchar de ella. Tampoco me tomé la
molestia de localizarla, no me agradaba del todo y por eso pongo en duda si lo
nuestro era una verdadera amistad. Ella era, o es, lo que yo soy ahora:
presumida, envidiosa y egoísta. La única diferencia es que yo pretendo serlo y
ella en realidad era de esa manera.
En fin, ella
no está y estoy segura de que sería un inconveniente si todavía lo estuviera
porque no me dejaría ni siquiera pensar en Regan. Pero, repito, ahora que no
está aquí, mis oportunidades con él aumentan. Siempre he estado enamorada de
él, cómo un amor platónico, y el tan solo pensar que ahora podría pasar algo
con él, me hace feliz.
Ya no es tan
platónico.
Caminé a su
lado, preparada para utilizar la acción más usada a través de los años por
chica desesperadas buscando conseguir la atención de un chico: tropezar con él.
Y así lo hice.
–Oh, lo
siento –me disculpé.
Él me volteó
a ver y me sonrío.
Capturé su
atención.
Bingo.
–Hola –me
saludó–. ¿Jade? –me preguntó.
–Sí... –le
respondí.
–No había
hablado contigo desde hace tiempo, a decir verdad, desde hace un par de años,
pensé que te habías cambiado de colegio o desparecido con Meghan –me dijo y se
rió ligeramente.
En realidad
había hablado con él en varias ocasiones y no hace mucho tiempo, tal vez hace
unos meses, pero no años. Y el hecho de que no se acuerde de eso, me lastimó.
–No, sigo
aquí –le contesté con una sonrisa nerviosa.
–¿Te
acompaño? –se ofreció.
Yo asentí
con la cabeza.
–Tengo que
encontrar mi casillero –mencionó.
Caminamos
por los pasillos buscando nuestros casilleros. No sé lo que él estaba pensando,
pero yo estaba deseando que nuestros casilleros se encontraran cerca.
Y así fue,
mi casillero estaba ubicado en el centro del edificio de preparatoria, una
posición perfecta para llegar rápido a todas las clases, y el casillero de
Regan estaba cerca, pero no tanto como me hubiera gustado. Aunque desde mi
lugar lo alcanzaba a ver.
Más que
suficiente.
Él comenzó a
guardar sus libros rápidamente, yo hice lo mismo.
De pronto se
acercó un chico nuevo en el colegio, pues nunca lo había visto, pero tal vez no
había prestado atención. Me examinó con la mirada, de arriba hacia abajo y me
sonrió con suficiencia al terminar.
–¿Se te
ofrece algo? –le pregunté, molesta por lo que acaba de hacer.
–Lindas piernas
–me dijo.
–Pervertido
–le repliqué.
–Era un
cumplido. Soy Tony –se presentó.
Me ofreció
la mano.
–Soy Jade
–me presenté y estreché su mano.
No estaba
acostumbrada a estrechar manos al conocer a personas de mi edad, si a personas
mayores, pero no de mi edad. Para un hola y una buena conversación eran
más que suficientes. Tal vez de donde el viene se presentan así, y sé que es de
otro lado por su acento algo diferente al californiano.
Entonces
sonó el timbre.
¿Qué era lo
siguiente?
Una aburrida
asamblea escolar para decir las reglas, y todas esas cosas que ya sabemos.
También toma lista a los alumnos presentes, etcétera, etcétera. Lo hacen todos
los años.
En el gimnasio del colegio, sentada en una de las
gradas, llegó Alexandra y se sentó junto a mí, mi mejor amiga. No es
completamente como yo, más bien, somos diferentes, me recuerda a Charlotte de
alguna manera. Tímida y cerrada en la mayoría de los casos. Pero cuando esta en
confianza, es totalmente diferente.
12:30 P.M.
Era hora del almuerzo, esperaba sentarme en la mesa
con Regan, pero sólo si él me invitaba.
Por
mientras, me había sentado con Alexandra en otra mesa y frente a nosotras, en
otra mesa, se sentó el chico nuevo, quien no paraba de mirarnos y sonreírnos.
Estaba con otros chicos nuevos, que, supongo, no habían tenido suerte haciendo
amistades el primer día de clases. Es normal.
–¿Y si lo
invitamos a sentarse con nosotras? –me preguntó Alexandra.
–La compañía
no se pide, se recibe y se da –le contesté–. Si quiere sentarse con nosotras,
se hubiera sentado con nosotras.
Alexandra se
quedó pensando un momento.
–Pero si
dices que se recibe y se da, entonces nosotros se la estaríamos dando, incluso
cuando no pregunte... –e hizo una pausa–. Te contradijiste.
–Da igual
–le repliqué.
–Y bueno
–continuó–. ¿No es eso lo que Regan está esperando que hagas? –me preguntó.
–Tal vez
tengas razón –le contesté–. Pero otro día será.
–Bien,
cambiando de tema –suspiró–. ¿Te platiqué sobre el asistente de mi papá?
–preguntó fantaseando.
–Sólo un
millón de veces –le respondí, un poco harta–. Estás obsesionada con él.
–Es lindo –se excusó.
–No digas
eso, es un hombre más grande que tú –le dije–. No está bien –la regañé.
–No es tan grande –se defendió.
–Sólo diez
años. ¿Cuál es la diferencia, verdad? –pregunté sarcástica.
Alexandra no
dijo nada más.
–Hola –nos
saludó Emma y se sentó con nosotras.
Emma era
algo extraña y tiene algunos problemas, cuando era pequeña tenía sobrepeso, y
en un verano bajó demasiados kilos, pero no ha parado desde entonces. A penas
come. Algunas veces siento pena por ella, cada día está peor.
–Hola –le
contestamos Alexandra y yo al mismo tiempo.
–¿Quieren mi
comida? –nos preguntó.
Y alejó su
bandeja de ella.
–¿Por
qué no la comes tú? –le pregunté.
–No tengo
hambre –me contestó incomodada.
–Apuesto
a que lo estarás al rato. Come –le dije.
–No gracias,
esta comida tiene demasiadas calorías, no quiero subir de peso –se negó.
–Pero
tampoco deberías seguir bajando –mencionó Alexandra.
–Eso no es
lo que opina el espejo –dijo con seriedad–. ¿Te has mirado en el espejo? –le
preguntó–. Estás gorda. Yo no.
Alexandra se
quedó callada ante la declaración de Emma y miró hacia a otro lado.
–Te pasaste
–le dije a Emma.
–Lo siento
–se disculpó avergonzada–. No era mi intención...
–Dijiste
suficiente –le replicó Alexandra ofendida.
Esto
es más grave de lo que era el año pasado.
4 comentarios:
y por ir a tu primer dia de clases te ganas....
UN AUTO!! jeje que padre
hii estoy leyendo tu historiiaa :D
me gustaa
yo tambien ODIO levantarme tempranoooo
y lo que mas pereza da es que si quiero pero no (:
siempre pasa :D
Si me gusta tu novelaaa!!, porfavor ayudame con la mia, ya publique los dos primeros capitulos, si quieres leerlos y decirme que te parecio y que le quedaria mejor.
Woao y me decías que te daba pena, estoy realmente impresionada ¡me ha encantado! La forma en que presentas los personajes y como nos haces conectar con la protagonista ¡en verdad atrapa! Me muero por seguir leyendo
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