Hunter’s POV
Sábado 23 De Octubre
10:00 A.M.
Desperté y lo primero que encontré en mis manos fue
una caja de cigarrillos, y en mi buró, una caja de pastillas. No sé realmente
de donde vinieron, pero no parecían muy peligrosas. Mi cabeza me dolía, así que
fue sólo otra excusa para tomarme los analgésicos. Las tragué sin necesidad de
tomar agua, para este entonces ya me había acostumbrado a no atragantarme.
En otra
parte de mi habitación divisé debajo de unas almohadas unas pastillas para
dormir. Perfecto. Todavía es temprano y mis papás no están, mis hermanos con la
abuela. Un día perfecto para dormir y la noche será buena para festejar.
Además, tengo problemas para dormir, sufro de insomnio constante y las
pastillas para dormir siempre deben estar a mi lado. La noche pasada fue una
noche dura. Sí, necesito más horas de sueño.
Me paré de
mi cama y caminé hacia el montón de almohadas, las levanté y agarré la caja de
pastillas, saqué dos y las tragué. Son cosas que tardan en hacer efecto al
menos dos minutos o más. Siempre es más. Me hace sentir bien. ¿Saben? Sí lo
saben.
–¡Otra vez
más estoy sólo! –grité a la vez que me dejaba caer en mi cama.
Mis papás
viajan demasiado, mis dos hermanos pequeños siempre se quedan con la abuela.
Maduré para quedarme yo solo, aun siendo menor de edad. Algunas veces me solía
sentir mal por estar solo aunque ya no me quejo de eso, me acostumbré y aprendí
que puedo hacer absolutamente lo que quiera sin que nadie se entere.
4:00 P.M.
Desperté más temprano de lo que esperaba y me dirigí a
casa de Tony. No era el más divertido, pero ninguno de los dos tenía nada mejor
que hacer ni nadie más con quien estar. Él por ser un idiota y negar sus
verdaderos sentimientos, yo porque me abandonan y no es mi culpa que la gente
algunas veces no pueda aguantar mi presencia.
–¿Y qué fue
todo eso? –pregunté y encendí un cigarro.
–¿Qué cosa?
–me preguntó Tony confundido.
–Si, tu
papá… ¿conoce al papá de Alexandra? –le pregunté.
–Si, bueno,
se supone que yo también la conocía de hace... diez años o algo así, realmente
creo que mi papá sólo me está mintiendo sobre eso, pero de que él y el papá de
Alexandra se conocen desde antes, eso si es cierto –me respondió.
–No puedo
creer que no te acuerdes de ella –le dije.
–Hunter…
–suspiró impaciente–. Eso fue hace diez años.
–El
amor, amor... –canturreé.
–No estoy
enamorado –me replicó–. Me gusta.
–¡Oh, si que
lo estas! Eres igual a Regan: ‘No estoy enamorado, no estoy enamorado, en
serio, no estoy enamorado, pero siento algo cada vez que la miro, pero no estoy
enamorado’ –dije imitando la voz de Regan–. ¡No es tan difícil de admitir!
–exclamé–. Mira, yo estoy enamorado de Emma. ¡Ta-ran! Lo dije. Y no suena
tonto, y no me da pena, tampoco es cursi.
–Todo mundo
cree que estoy enamorado de ella, tú, mi papá, su papá, tu papá –se quejó.
–¿Mi papá?
–pregunté confundido.
–No, es una
exageración, pero muchas personas creen eso –me contestó.
–Si varias
personas lo creen debe ser por algo. ¿No crees? –le pregunté.
–Mira, yo no
sé que es lo que piensen, pero sé que no estoy enamorado –me dijo, ahora
malhumorado.
–Mientras
más lo niegues más te enamoras. Mientras más tratas de desmentir algo que es
verdad, más verdadero se hace.
–¿Qué?
¿Desde cuando te convertiste en poeta? –me preguntó.
–De hecho,
lo leí en un sitio de Internet. Pero da igual, cambiando de tema, hay una
fiesta en mi casa esta noche, espero verte por ahí romántico empedernido –le
informé.
–¿Otra vez?
–me preguntó–. Haces una fiesta cada semana.
–Mira, niño
rico y mimado –entonces puse un brazo alrededor de él–. Cuando no están papás
en casa, es como una fiesta todos los días. ¿Verdad? Bueno, yo si lo digo
literal. Así que espero verte ahí.
–¿Por qué no
vamos a otro lugar? –me preguntó.
–Porque
lamentablemente, cabeza de cacahuate, los lugares donde hay diversión es para
mayores de edad. Y, bueno, perdí mi identificación falsa, y además tú no
tienes… entonces, en mi casa. A las ocho. Y te voy a dejar un gran encargo… tú
compras la droga, cualquiera es buena. Pero te recomiendo marihuana, es
divertida y no le hace daño a nadie –le expliqué.
–¿Qué? No sé
donde comprarla –me dijo espantado–. No quiero hacer eso.
–Aquí… –le
dije y saqué un papelito n el cual venia la dirección.
–¿De donde
sacas esto? –me preguntó.
–Tanto
tiempo solo sirve de algo. ¿No es así?
10:00 P.M.
La fiesta comenzó un par de horas atrás, pero la casa
ya estaba llena. infestada de desconocidos, y pocos conocidos, y si hay algo
que me gusta de las fiestas es eso: la variedad de gente que puedes encontrar,
con la cuál compartirás recuerdos parecidos, pero que lo más probable es que no
vuelvas a escuchar de esa persona. Al menos, ese es mi caso.
Caminé hacia
la sala donde había había varios chicos alrededor de la mesa de café.
–Ey, ¿que
tienen ahí? –pregunté y me asomé–. ¿Es cocaína?
–De la mejor
–me contestó uno de los chicos–. ¿Quieres probarla? –me preguntó.
–¿Es por
inyección? –pregunté nervioso–. No lo sé.
–Hunter,
siempre hay una primera vez para todo –me ánimo uno de los chicos y yo le
sonreí.
–De acuerdo
–contesté.
Él se dio
media vuelta para tenerlo todo preparado, en eso, alguien me jaló del cabello y
me sacó de la sala, sólo miré al otro chico darse la vuelta y verse enfadado
cuando no me vio ahí.
–¿Que mierda
está pasando? –pregunté y me zafé de la persona que me estaba jalando del
cabello.
Era Tony.
–Lo conseguí
–me informó.
–Un poco muy
tarde, las cosas fuertes están por allá y me acabas de sacar de ellas –le dije
enfadado.
–Hunter, no
creo que deberías estar intentando esto –me advirtió.
–¿O qué? –le
pregunté, retándolo.
Sé que no lo hice. ¿O si lo hice? No tengo idea de que
consumí. Había pastillas, cocaína, LSD,
Ecstasy. Sé que había heroína en alguna parte, pero de esa no la probé.
No sé que fue, pero algo me causó un efecto indeseado, estoy seguro. Perdí la
noción del tiempo rápidamente, estaba tratando de salir de la casa y después me
encontré en las escaleras un segundo más tarde estaba en mi habitación y de
nuevo bajando las escaleras. Las personas tenían rostros deformados, sus voces
eran agudas, insoportables y mi cabeza estaba a punto de explotar. Tenía miedo.
Traté de apoyarme en el aire, cayendo de frente en las escaleras, fue el golpe
duro en mi rostro que terminó con la poca fuerza que me sobraba.
–¿Hunter?
–preguntó alguien al pasar por ahí.
No pude
reconocer la voz, mi visón estaba borrosa.
–Algunas
veces…–dije y comencé a reír incontrolablemente–. Pienso que tal vez… –pero la
risa era incontrolable.
–Pienso que
deberíamos ir al… –y comenzó a decir más cosas y noté en su voz como el pánico
lo inundo–. ¡Hunter! –me gritó.
–Estoy aquí
–le dije y cerré los ojos lentamente–. Estoy aquí…
–¿Va a estar
bien? –preguntó alguien.
–Sí, estará
bien –le contestó otra persona–. Fue de una sobredosis, pero lo hemos
desintoxicado a tiempo –continuó explicando–. Unas pastillas más, y no hubiera
despertado esta mañana, tuvieron suerte.
Oh, así que
sí fueron las pastillas. Oops, supongo que me pasé.
Escuché a
una persona salir de la habitación y abrí los ojos lentamente. Vi borroso, pero
pude enfocar mi vista en unos segundos.
–¡Tú, Hunter,
maldito, te odio! –me gritó Emma y se acercó corriendo a mi–. ¡Te odio tanto,
no sabes cuanto de odio! –me gritó y me dio unos golpes en el pecho.
–Lo siento
–me disculpé.
–¿Sabes lo
qué haría si te perdiera? –preguntó preocupada–. Perdería la razón.
–Te lo dije
–dijo Tony al otro lado de la habitación.
–Lo sé, pero
no fue exactamente por lo que tú dijiste –le repliqué.
–Creo que
deberíamos hablar –dijo Emma.
–¿Sobre qué?
–le pregunté confundido.
–Sobre tu
problema –me contestó–. Tienes que dejarlo, no es bueno para ti.
Entonces
reí.
–¿Tú no te
cansas, cierto? –le pregunté–. No lo haré –hice una pausa–. ¡No tengo un
maldito problema! –grité enojado y respiré hondo para tranquilizarme–. Es sólo
diversión, no un problema. No pueden pagarme lo suficiente para que lo dejé,
haré esto hasta que me mate. Es mi vida.
Jade y Regan
también estaban ahí, observándome desde una esquina en la habitación, sus
gestos de desaprobación eran evidentes. Pero no era algo que me importara. La
opinión de la gente no es algo que me afectara.
–Hunter,
eres un imbécil –me dijo Emma–. Pero aún así te quiero, lo sabes –y se inclinó
hacia mi para besarme.
–Que
romántico, y no quiero interrumpir, pero lo haré. No creo que darte un gran
discurso vaya a servir de algo, te conozco, pero, hablando en serio, Hunter, no
creo que sea algo con lo que debas seguir, porque, como el doctor dijo, pronto
podrías acabar en un coma, o algo peor. Te vas a morir –me dijo Regan.
–Lo
sé –le repliqué–. Todos algún día.
3 comentarios:
Me gusta mucho tu novela siguela
& publica pronto(:
ese chico tiene problemas... robenle las pastillas!!! jajaja super... sigue escribiendo
"Cuando no están papás en casa, es fiesta todos los días" Buena Frase xD
Publicar un comentario