Emma’s POV
Sábado 20 De Noviembre
6:00 A.M.
Sonó el despertador, sé que es muy temprano para ser
sábado, pero me gusta que los días sean largos. Cuando me puse de pie el primer
lugar al que fui fue al baño, para observarme en el espejo. Una parte de mi
dice: “mírate, tu puedes lograrlo, se más delgada”, pero otra parte de mi
decía: “estás bien, solo sal de esto”.
10:00 A.M.
Mi mamá me llamó, era hora del desayuno. De pronto
sentí la necesidad de comer, claro, soy un ser humano, pero, no me gusta esto.
Desde hacia un mes estoy siguiendo la dieta de los once días. Es fácil, once
días no comes, y el doceavo día comes, claro, regresando todo lo que comes. Y
hoy es el doceavo día. Un día más o menos feliz. Encontré ésta técnica en el
Internet, increíble que haya tantas personas que me apoyen en esto, eso si es
verdaderamente maravilloso.
–¿Qué hay de
desayunar? –pregunté felizmente cuando entré a la cocina.
–Bien, un
plato de fruta, huevos estrellados y un licuado –me respondió mi mamá, también
feliz.
–De acuerdo
–le dije–. A comer se ha dicho.
Ella sonrió,
pero no sabía lo que haría después con ese desayuno. Entonces nos sentamos en
la mesa. Tomé mi plato de fruta y comencé a comer, comí, comí y comí. También
comí los huevos estrellados. Y lo siguiente fue mi licuado. Lo bebí todo, no me
detuve ni un momento, ni lo pensé. Una vez que había acabado, mi mamá me miró
estupefacta.
–Has comido
muy bien –me felicitó mi mamá–. Lo has comido todo.
Entonces el
mar de sentimientos me inundó y comencé a llorar.
–No puedo
creer lo que acabo de hacer –lloriqueé.
–Emma, está
bien –me dijo mi mamá.
–No está
bien –lloriqueé.
Era este
sentimiento que me queda cuando como, porque no puedo parar de pensar en como
esto afectara mi figura, las calorías y grasas que comí, aun sabiendo que no
eran muchas, pero no podía control el sentirme culpable por haberlas comido, y
esta culpabilidad venía acompañada con mi miedo a engordar. Todo un gran
circulo interminable que mejor debería intentar evitar.
–Emma…
–¡No me
entiendes, mamá! –le grité enojada.
Entonces
vino esta extraña sensación, me puse de pie y corrí hasta el baño. Azoté la
puerta cuando la cerré. Me arrodille e incline mi cabeza hacia la taza del
baño. Vomité. Porque era lo mejor que podía hacer para que todas esas grasas no
llegaran a ningún lado. Me sentía débil al hacerlo, pero a la vez sentía que
triunfaba.
Una vez que
había acabado de hacerlo, me limpié la boca con la parte de atrás de mi mano y
me miré en el espejo del baño, agarré mi cepillo de dientes, le puse pasta y
comencé a tallarlos.
2:00 P.M.
¿Qué? ¿Tan rápido es la hora de la comida? Bien, a
comer se ha dicho. Sé que pasaría lo mismo que pasó en la mañana, pero hoy es
mi día de comer, y tengo hambre. Muchas personas no entienden que a pesar de
que no como, no signifique no tenga hambre, soy un ser humano, y claro que me
da hambre, la única diferencia es que yo sólo como un día y lo regreso todo.
Además es este miedo irracional que tengo a engordar es mi mayor problema, no
el no comer.
–Vamos a
comer –me gritó mi mamá desde abajo.
–¡Ya voy
mamá! –le grité desde mi habitación.
Después de haber comido todo lo que aguante comer
hasta devolverlo todo en el retrete, fui hasta la habitación de mi mamá, quién
estaba en algún lugar abajo preguntándose que hacer conmigo, y me pesé en la
báscula para revisar mi peso, sé que no he de bajar de peso en sólo unas horas,
pero me gustaba estar segura de que todo sigue igual o que al menos ha
disminuido un poco. Cada gramo menos que bajaba es como un premio para mí.
–¡Emma,
bájate de ahí! –me gritó mi mamá al entrar en la habitación.
–¿Qué? Sólo
me estaba pesando –le repliqué enojada.
–¿Por qué
haces esto? –me preguntó mi mamá desesperada–. ¿Por qué te haces esto? En la
mañana lo hiciste bien, lo haces bien pero después lo regresas todo. ¿Por qué?
¿No te das cuenta de que te estás lastimando?
–Porque no
quiero volver a ser la misma niña con sobrepeso que fui cuando todo mundo se
burlaba de mi. ¡Por eso! –le respondí–. Tú eres la que no te das cuenta, la
figura lo es todo. Si estás gorda, no te quiere, pero si eres delgada te
aceptan.
–Emma, ese
no es el problema… –trató de continuar mi mamá, pero yo salí corriendo.
–¡Eso no es
lo que todos opinaban! Ya pasé por eso, y no quiero volver a pasar. además, soy
feliz así, me gusta ver cuando pierdo peso. ¡Además, lo veo todos los días,
está en todas partes! –le grité–. Todas son así, delgadas y casi logro ser como
ellas.
5:00 P.M.
Sólo caminaba por la habitación. Cuando no tengo nada
que hacer por lo general digo que voy a casa de Alexandra, pero voy a casa de
Hunter, y hacemos algo. Trato de no dejarme llevar con sus problemas, pero
cuando tiene algo de marihuana fumamos un poco y nos divertimos. También tiene
esos trocitos de papel que te hace ver todo en colores llamativos y todo se
vuelve aun más divertido. No digo que esté con Hunter por eso, pero él sólo me
distrae de mi difícil realidad.
Tomé el
teléfono y llamé a casa de Hunter.
–¿Hola?
–contestó su mamá–. ¿Quién habla?
–Hola, Sra.
Stone, me preguntaba si Hunter está por ahí –le contesté.
–Claro, esta
aquí, ahora te lo paso –me contestó.
–Gracias –le
dije.
Escuché como
le gritaba a Hunter, entonces el levantó la otra línea telefónica, y su mamá
colgó la otra. Seguramente estaba ya haciendo algo.
–Hola –lo
saludé.
–Hola
–contestó molesto.
–Soy Emma
–le dije.
–Lo sé –me
dijo. Ninguno de los dos dijo nada por un momento. Supongo que él seguía
enojado por lo que había pasado el otro día, yo ya lo había olvidado–. Me
querías decir algo, o me hablaste para quedarte callada? –preguntó.
–Quería
verte –le respondí–. ¿Tienes…? –pregunté.
–No para ti
–me respondió–. Es demasiado bueno para ti.
–Vamos,
Hunter, por favor –le supliqué–. Necesito alejarme de este lugar un momento.
–No porque
me preocupo por ti, y no quiero afectarte con mis problemas, ahora estoy
lidiando con los míos tal y como sugeriste –me dijo–. Mira lo que provocaste.
–Vamos, te
espero en mi casa –le dije.
El suspiró.
–Bien,
estaré ahí en veinte.
5:30 P.M.
Entonces sonó mi celular, era Hunter.
–¿Hola? –le
contesté.
–Estoy aquí
fuera –me dijo y colgó.
Así que baje
rápidamente las escaleras y busqué a mi mamá.
–Mamá, voy a
salir, te veo al rato –le dije.
–De acuerdo,
si te tardas mucho recuerda cenar algo –me dijo.
Yo no
respondí, y salí corriendo de la casa y subí a la camioneta de Hunter.
–Hunter,
antes de que hagamos algo –le dije–. Quiero pedirte perdón.
–¿Por qué?
–me preguntó con una sonrisa tonta, definitivamente había comenzado sin mí.
–Por
enojarme cuando te preocupaste por mi, fue absurdo –le respondí.
–No, tal
vez… sé que te molesta cuando hablamos de eso, y yo insistí –me dijo.
–Gracias por
preocuparte de todos modos –le agradecí, y me acerqué a él y lo besé–. En serio
lo aprecio.
–¿En serio?
–me preguntó–. Entonces llama a este lugar –me dijo, y me ofreció un papel, una
tarjeta.
–Lo
haré –le prometí y entonces pasamos a lo siguiente.
5 comentarios:
ME ENCANTO!!!
Publica pronto :D... un beso... y seguro que sera genial
Hello!
Nueva lectora y seguidora!
Me encanta la nove ♥
Siguela por fis!!!
Y si tienes tiempito no olvides pasar por mi blog y seguirme
Te espero...
Pobre Emma... . Siguela y haz que mejore. No la dejes bulimica
wow....
la verdad pensé que solo era anorexica no bulimica...
pobre :|
Me encanto el cap!! Muy lindo!!
:) Sigue pronto!! :D
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