Hunter’s POV
-- -------- ----
---- ---- ---
Abrí los ojos lentamente, me costó hacerlo, era casi
cómo si los párpados me pesaran, respiré profundamente y me levanté. Mies pies
tocaron algo pegajoso, se sentía asqueroso, pero no lograba percibir nada, ni
un rayo de luz proveniente de ningún lado. Volteé rápidamente hacia todos lados
esperando ver algo que iluminará este espacio vacío y oscuro.
–Bien,
Hunter, tranquilo –me dije y respiré hondo.
Caminé en
línea recta, tratando de encontrar la pared. Fui paciente, y seguí caminando,
pero sin resultados. Así que comencé a correr, esperando chocar con algo, pero
lo único con lo que me topaba era vacío infinito. Cada vez corría más rápido,
sin rumbo, no podía ver nada. Desesperado, mi respiración poco a poco se fue
agotando, hasta que terminé tendido en el suelo, puse mis manos en mi pecho,
pero mi corazón cada vez latía más lento. No podía respirar, como si se me
hubiese olvidado como hacerlo, o no hubiese aire en la habitación. Poco a poco
sentía como mis fuerzas se agotaban, y no podía mantener mis ojos abiertos por
mucho más tiempo. Todo lo que no veía, pero podía sentir, era el suelo.
–¡Ayuda!
–grité, gastando el poco aire que ya no estaba en mis pulmones.
Pero nadie
contestó, era obvio que estaba solo.
Todo se
desvanecía, el suelo ya no lo podía sentir, ahora cómo si estuviera flotando en
el espacio, y cuando creí que todo acabaría, lo sentí de nuevo, el suelo, y el
aire regresando a mis pulmones. Y entonces me puse de pie de nuevo.
–Hunter
–pronunció mi nombre una voz profunda y misteriosa.
–¿Conciencia?
–pregunté curioso.
–No, idiota,
no soy tu conciencia –contestó.
–¿Quién
eres? –pregunté desesperado.
Y entonces
las luces se prendieron, cerré mis ojos, pues la luz me caló al primer momento,
pero los abrí unos segundos después. La luz todavía era muy intensa. Observé la
habitación, pero no había nada.
–Hunter,
estoy detrás de ti –me dijo esa voz.
Volteé
confundido, pero no había nada.
–Intenta
otra vez –me dijo. Y voltee hacia la misma dirección donde estaba–. Bingo.
Era mi papá,
pero era más alto y sostenía una tabla en la mano, haciendo anotaciones.
Parecía ser un doctor.
–Hunter,
encontraremos un lugar para ti –me dijo.
–¿Qué?
–pregunté confundido.
–Si,
encontraremos un lugar a donde perteneces desde que tenías catorce años.
–¿Qué lugar?
–pregunté.
–Un centro
de rehabilitación –me dijo sonriente–. Sólo así podrás encontrar la paz, hijo.
–¿Qué? No
–le repliqué–. Estoy bien, tengo problemas de insomnio, tengo las pastillas
para dormir justificadas –le expliqué.
–Si, tú
terminarás pronto como todas estas personas –me dijo–. Vamos a caminar.
–No iré a
ningún lado contigo –me negué.
Entonces él
comenzó a reírse a carcajadas.
–Si, claro
–me dijo–. No tienes a otro lugar a donde ir.
Entonces
acepté, a regañadientes, ir a donde me ofrecía. Pero no fueron más que unos
pasos los que dio para encontrar la puerta, que siempre estuvo frente a mis
ojos. Al cruzar la puerta no hubo más que un solo largo pasillo. Las paredes
eran blancas, al igual que el piso, pero esta vez las puertas si se
distinguían.
–¿Qué es
esto? –le pregunté.
–Es un
hospital –me respondió.
–¿Esta
mierda es mi futuro? –le pregunté.
–Si –me
dijo.
Entonces
abrió una de las puertas. En la habitación, en una camilla, acostado, estaba
yo, llenó de tubos, con una aparato controlando mi respiración y gente llorando
a mi alrededor. De las que pude distinguir estaban mi mamá y mis hermanos,
también Emma, pero peor.
–Por siempre
atado a un tanque de oxigeno, dependiente por siempre de él –me informó el
doctor.
–¿Qué? No…
–dije cabeceando.
Entonces di
un paso para intentar entrar a la habitación, pero en el intento choqué con la
pared.
–No ahora
–me dijo.
–¡Yo no
quiero eso! –le grité–. ¡Hazlo cambiar! –le exigí.
–Soy solo un
sueño –me dijo–. Vamos, esto no es lo peor –entonces la puerta volvió a
aparecer, y salí corriendo, en la siguiente habitación estaba yo, esta vez no
tenía tantos aparatos a mi alrededor–. O un coma –me informó.
Y seguí
corriendo, atravesando puertas, en la siguiente, los doctores me acorralaron.
–Lo perdimos
–exclamó uno–. Lo hemos perdido.
–¿Qué? No
–dije y caminé hacia la camilla donde estaba acostado–. ¡Hunter, despierta! –le
grité–. ¡Hunter! –grité, sin poder controlarme–.¡HUNTER! –volví a gritar.
Y entonces abrí mis ojos abruptamente, alguien estaba
gritando, y tarde unos pocos segundos en darme cuenta de que yo era el mismo
que estaba gritando. Me puse de pie, pero me volvía a sentar en el borde de la
cama, y las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Esa pesadillas es lo
más cercano que he tenido a la realidad de mi vida.
–Bien –me
tranquilicé–. Esto no puede pasarte a ti. Fue una absurda pesadilla ocasionada
por… –entonces busqué por el piso, debajo de mi cama–. Por esto –me dije cuando
encontré la cajetilla de unas pastillas para dormir.
Después me
deje caer en mi cama, y suspiré, no creía conciliar el sueño, está pesadilla me
había alterada lo suficiente para no poder domar en toda la noche. No hay
sangre, ni tubos. Sólo yo, cómo siempre. Miré al reloj, son las dos de la
mañana me puse de pie de nuevo y caminé hacia el balcón de mi cuarto, un
modesto balcón, donde sólo podía estar yo. Tomé un cigarrillo y lo prendí. Lo
fumé mientras observaba a la nada. No me importaba quién me podía ver en ese
momento, además quién me viera supongo que no le importaría ni se imaginaría lo
que estoy haciendo aquí arriba.
–¡Hunter!
–me gritó alguien, voltee hacia abajo espantado, había un muchacho pero no
tenía claro quién era–. ¡Hunter! –me volvió a gritar–. ¡Baja, cabrón! –me
gritó. La única cosa que estaba claro era que ese muchacho estaba ebrio, o algo
más–. ¡Hunter! –me gritó–. ¡Ven, necesito hablar contigo! ¡Una larga charla!
¡Tenemos tanto que compartir, Hunter! –me gritó de nuevo.
–Esto no se
ve bien –me dije a mi mismo.
Corrí hacia
las escaleras y las baje rápidamente. Antes de salir de la casa tomé un
paraguas que estaba a la mano, y salí, si era alguien peligroso, necesitaría
protección y una forma de defensa. Un paraguas no era la mejor opción, pero era
algo.
–¡Hunter!
–me volvió a gritar mientras corría hacia mí. Abrió los brazos, como si me fuera
a abrazar, pero antes de que lo hiciera le di un golpe con la sombrilla, no
estaba seguro de quién era–. ¿Qué esta mal contigo, idiota? –me preguntó. Se
veía que le dolió mi golpe, se apretaba las costillas, donde le había dado con
el paraguas–. ¡Soy Regan! –me gritó.
Entonces me
acerqué a él y lo observé. Vaya, si era él, pero no lucía como él.
–¿Qué haces
aquí? –le pregunté enojado.
–¡Es obvio
que no puedo llegar así a mi casa! –me gritó.
–Regan, baja
la voz, son las dos de la mañana –le pedí.
–¡¿Y qué!?
–me preguntó gritando, de nuevo–. ¡Soy libre de hacer lo que quiera! ¡Somos
jóvenes! –dijo con felicidad–. ¡Somos jóvenes! ¡Somos jóvenes! Bebemos y nos
divertimos, somos jóvenes –comenzó a cantar desafinado. Entonces abrió los
brazos y se puso a dar vueltas mientras miraba hacia el cielo–. El cielo es tan
bonito –me dijo mientras reía.
–¿Estás
drogado? –le pregunté.
–No lo sé.
¿Lo estoy? –me preguntó mientras me volteaba a ver.
No sabía de
qué estaba hablando exactamente. Todo lo que dice no tenía sentido.
–¿Qué pasa?
–pregunté.
–¡Es tan
duro! –gritó.
–¿Qué cosa?
–insistí.
–¡Deberías
sentirte mal por ella! –me dijo.
–¿Qué?
–pregunté más confundido.
–¿No te
enteraste? –preguntó–. ¿No te lo ha dicho?
–¿Quién no
me ha dicho qué? –le pregunté desesperado.
–Lo de Emma
–me respondió.
Al otro día no dudé en preguntarle a Emma lo que Regan
me había dicho, o más bien, no me había dicho, pero me había informado de
alguna manera que algo estaba pasando.
–¿De qué
estaba hablando Regan? –le pregunté.
–De
seguramente nada –me respondió.
–Bueno, el
parecía muy convencido –insistí
–Si, pero
también estaba ebrio y drogado, no lo olvides –me dijo.
–¿Estás
segura de que no hablaba de nada importante? –le pregunté.
–Mira, mis
papás están pensando en algunas cosas –me respondió.
–¿Algunas
cosas como cuales? –le pregunté.
–Muchas
cosas, Hunter, pero no te lo quiero decir todavía –me respondió.
–¿Por qué
no? –le pregunté desesperado.
–Porque no
quiero decir hasta que estemos completamente seguros –me respondió.
Y
entonces se dio media vuelta y se fue. Planea dejarme con la duda.
3 comentarios:
capitulo muuuuuuuuuy bueno (:
es uno de los que mas me han gustado Ç:
Siguelaaa(:
wtf que diientres le paso a emma la metieron a rehabilitacioon??
wwwowooow
t siigo escriibde pasate por mi bloog el primero o era el segundo?? no see xD
jkhbg kjvxbnkld
escriibeeeee
quiero saber que pasooo
O.O
me encanto el capii!!!
muy muy bueno y raro :O jaja
:) sigue pronto! :)
.clau.
Publicar un comentario